Los salarios
Henry
Ford comprenderá que la insatisfacción del obrero, engendrada por los métodos
de trabajo tayloristas, se hace en detrimento de la productividad, y propondrá
salarios muy por encima del mercado con el fin de limitar la rotación del
personal y de ganarse la confianza de una mano de obra vuelta difícil de
reclutar sobre puestos poco valorizados de producción en línea en un período
sin paro. Este pensamiento se generalizará y acabará en el "compromiso
fordista" de los años 1945-1970, el período sobre el cual la parte de los
salarios en el valor añadido va a progresar en detrimento de la parte relativa
del provecho. No obstante, la productividad siempre acrecienta asalariados
satisfechos de sus salarios, permitiendo aumentar los provechos en lo absoluto:
es aquí dónde aparece la idea de compromiso. El fin del compromiso fordista,
desde los años 1970 o 1980 según los países, va sin embargo a arrastrar un
movimiento inverso siempre corriente, en el cual la parte del provecho progresa
rápidamente en detrimento de los salarios.
Modelos más recientes de organización del
trabajo, tal como el "toyotismo", invitan al asalariado a hacer parte
de sus reflexiones sobre el proceso de producción, permitiéndose hacer una
influencia sobre la máquina, o por lo menos de tener la ilusión.
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