Salvajismo
Los permanecían aún en los bosques tropicales o
subtropicales y vivían, por lo menos parcialmente, en los árboles;
esta es la única explicación de que pudieran continuar existiendo entre grandes
fieras salvajes. Los frutos, las nueces y las raíces servían de alimento; el
principal progreso de esta época es la formación del lenguaje articulado.
Ninguno de los pueblos conocidos en el período histórico se encontraba ya en
tal estado primitivo.
Y aunque este periodo duró, probablemente, muchos milenios, no podemos
demostrar su existencia basándonos en testimonios directos; pero si admitimos
que el hombre procede
del reino animal, debemos aceptar, necesariamente, ese estado transitorio.

Estadio superior. Comienza con la invención
del arco y la flecha, gracias a los cuales llega la caza a ser un alimento
regular, y el cazar, una de las ocupaciones normales. El arco, la cuerda y la
flecha forman ya un instrumento muy complejo, cuya invención supone larga
experiencia acumulada y facultades mentales desarrolladas, así como el conocimiento simultáneo
de otros muchos inventos.
Si comparamos los pueblos que conocen el arco y la flecha, pero no el arte de
la alfarería (con el que empieza, según Morgan, el tránsito a la barbarie),
encontramos ya algunos indicios de residencia fija en aldeas, cierta maestría
en la producción de medios de
subsistencia: vasijas y trebejos de madera,
el tejido a mano (sin telar) con fibras de albura, cestos trenzados con albura
o con juncos, instrumentos de piedra pulimentada (neolíticos). En la mayoría de
los casos, el fuego y el hacha de piedra han producido ya la piragua formada de
un solo tronco de árbol y en ciertos lugares las vigas y las tablas necesarias
para construir viviendas. Todos estos progresos los encontramos, por ejemplo,
entre los indios del noroeste de América,
que conocen el arco y la flecha, pero no la alfarería. El arco y la flecha
fueron para el estadio salvaje lo que la espada de hierro para la barbarie y el
arma de fuego para la civilización: el arma decisiva.
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