La exploración de las costas
de África,
el descubrimiento
de América en el siglo XV y su colonización en los tres
siglos siguientes, impulsó de forma considerable el comercio moderno de
esclavos. Desde mediados del siglo XV hasta la década de 1870, entre 11 y
13 millones de africanos fueron exportados hacia América; entre un 15 y un 20%
murieron durante las travesías y en torno a
10 millones fueron esclavizados en los países de destino.
Portugal, que necesitaba
trabajadores para el campo, fue el primer país europeo que cubrió su demanda de
trabajo con la importación de
esclavos. Los portugueses iniciaron esta práctica en 1444, y en 1460 importaban
cada año de 700 a 800 esclavos procedentes de diferentes puntos de la costa
africana. Éstos eran capturados por otros africanos y transportados a la costa
occidental de África. Pronto España imitó
esta práctica, aunque durante más de un siglo Portugal siguió monopolizando el
comercio. Durante el siglo XV, los comerciantes árabes del norte de África
enviaban esclavos de África central a los mercados de
Arabia, Irán y
la India.
En el siglo XVI, los conquistadores
españoles obligaron a los jóvenes indígenas a cultivar grandes plantaciones y
trabajar en las minas. Los indígenas no estaban acostumbrados a vivir como
esclavos y no podían sobrevivir en estas condiciones, en parte debido a su
falta de inmunización contra las enfermedades europeas
y a las duras condiciones de trabajo. Aun así, Bartolomé de Las Casas denunció
la existencia de unos 3 millones de esclavos indígenas en Nueva España y
Centroamérica. Por su parte, Motolinía sostuvo que no superaban los 200.000 los
indígenas reducidos a la esclavitud. El derrumbe de las poblaciones indígenas,
total en las Antillas y parcial en el continente americano, provocó el aumento
del número de esclavos. Fueron numerosos los jóvenes indígenas que murieron a
causa de la rudeza de los trabajos, por lo que se optó por importar a las
colonias españolas esclavos africanos que se creía podrían soportar mejor el
trabajo forzado.
El rey de España Carlos I
estableció en 1517 un sistema de concesiones a particulares para introducir y
vender esclavos africanos en América. A
mediados del siglo XVI, la esclavitud
indígena como institución jurídica desapareció en Nueva España. Surgieron otras
modalidades, como el endeudamiento o la encomienda. La esclavitud a partir de
entonces afectaría sólo a los negros africanos. La llegada masiva de esclavos
africanos a Brasil se
inició en la segunda mitad del siglo XVI, pero ya en 1501 se registró su
presencia en Santo Domingo, Puerto Rico, Cuba y
Jamaica, donde entraban al año unos 4.000 africanos. La concesión de derechos
en el tráfico de esclavos fue siempre una prerrogativa real.
A finales del siglo XVI,
El Reino Unido empezó a competir por el derecho a abastecer de esclavos a las
colonias españolas, detentado hasta entonces por Portugal, Francia,
Holanda y Dinamarca. En 1713, la British South Sea Company consiguió
el derecho exclusivo de suministro de esclavos a estas colonias. Los primeros
esclavos africanos llegaron a Jamestown (Virginia) en 1619 de manos de los
primeros corsarios ingleses; los esclavos estaban sujetos a la llamada
‘servidumbre limitada’, una situación legal propia de los siervos blancos,
negros e indígenas, que era precursora de la esclavitud en la mayoría de las
colonias inglesas del Nuevo Mundo.
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