¿La máquina contra el obrero?
Esta problemática se hace ilustre desde los
principios de la primera revolución industrial. Las modificaciones del trabajo
y de su organización engendradas por la llegada de máquinas significa para los
trabajadores una fuente de cesantía, pero sobre todo de degradación. Adam Smith
(Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las
naciones,1776) reconoce que el desarrollo del maquinismo y la división del
trabajo embrutecen a los hombres y hacen considerarlas como máquinas simples a
la hora de realizar el mismo gesto simple cada día. En 1811, los obreros del
Nottinghamshire se rebelan, inspirados por la leyenda del célebre Robin Hood,
bajo la dirección de un mítico Ned Ludd, para destruir las máquinas, hechas sus
enemigas. De allí se inspiraría en 1831 la "rebelión de los Tejedores de
seda" (obreros lioneses de la seda). De hecho, para los capitalistas, la
máquina primó mucho tiempo sobre el hombre. Es al último a quien se adapta.
Cuando un accidente lo priva de un brazo, se cambia al hombre sin inquietarse
por la adecuación de la máquina. Cuando la máquina y algunos de sus componentes
son de accesos difíciles, se emplea a los niños, cuya talla permite ir a
lugares poco accesibles.
Desde un punto de vista general, los estudios
sobre períodos largos mostraron que el resultado de la introducción de las
máquinas era más complejo que la competencia única hacia el trabajador, ya que
hace también crear nuevos puestos más calificados (aparición de los ingenieros)
en paralelo antiguos puestos de obreros. Más tarde, las máquinas pudieron
reducir también las penurias y la duración del trabajo cuando su concepción
tomaba en consideración esta aproximación. Les permitieron a los hombres
acceder también a una sociedad donde los bienes son más abundantes gracias al
aumento de la productividad. Ciertos autores, entusiastas de cara a la alta
productividad de los sectores primarios y secundarios, confiando en la
robotización, no dudaron en profetizar "el fin del trabajo" (Jeremy
Rifkin, 1996), y adelantaron el advenimiento de una economía esencialmente
concentrada hacia los servicios para las
personas ("la producción del hombre para el hombre", según Robert
Boyer).
Los derechos sociales
"Desconsolados, reducidos a la alternativa
de morir de hambre o de arrancarle a su dueño por el terror la más pronta
condescendencia a su petición. "
Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza
y las causas de la riqueza de las naciones, 1776
Bajo la presión del desarrollo del movimiento
obrero y de la cuestión social, el legislador tendrá que reaccionar para
mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Las leyes progresivamente
van a mejorar el tiempo de trabajo, las condiciones de trabajo, la edad mínima
para trabajar, el acceso a los ciudados, a la "jubilación", etc.
Desde 1833 en elReino Unido con la Factory Act, que limita a las 9 al día el
trabajo de los niños de menos de 13 años, se dará un precedente para depurar
estas situaciones. Estos progresos humanos lentamente se hacen, en el marco de
un informe permanente de fuerzas.
Este período ve también desarrollarse de
nuevas formas de solidaridad entre trabajadores que se auto-organizan para
hacer frente a un diario vivir duro. Las formas modernas de la economía social
se les desarrollan en oposición al capitalismo y les proponen servicios a los
asalariados. Primeramente, las primeras mutuales sirven para financiar los
entierros, luego extienden su campo de acción al financiamiento de los días de
huelgas, luego a las bajas por enfermedad y retiros.
Ciertos grandes dueños no serán insensibles a
la miseria del mundo obrero, y se harán ilustres por su paternalismo, por su
filantropía y sus métodos de trabajo tanto vanguardistas como competitivos.
Robert Owen comenzó así a poner las bases del movimiento cooperativo en su
fábrica de New Lanark, proponiéndoles a sus obreros tanto clases nocturnas,
como jardines para sus niños.
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