Abolición de la esclavitud
Dinamarca fue el primer país
europeo que abolió el comercio de esclavos en 1792, seguido del Reino Unido en
1807 y de Estados Unidos en
1810, aunque en este último hubo que esperar a que finalizara la Guerra Civil
(1865) para que se aboliera definitivamente en todo el país. En el Congreso de
Viena de 1814, el Reino Unido intentó convencer a otros países para que
adoptaran políticas similares,
consiguiendo que casi todos los países europeos aprobaran una normativa al
respecto o firmaran un tratado que prohibiera este tipo de tráfico. El Tratado
de Ashburton de 1842 entre el Reino Unido y Estados Unidos estableció el mantenimiento de
fuerzas en la costa africana para vigilar el cumplimiento de la ley. En 1845,
la colaboración de las fuerzas navales del Reino Unido y Francia fue sustituida
por el derecho mutuo de inspección de barcos para vigilar el cumplimiento de la
normativa vigente. La limitación del número de esclavos condujo a una mejora de
sus condiciones de vida. Los esclavos de las Antillas francesas obtuvieron
la libertad en
1848 y en las holandesas en 1863.
En América, la emancipación y
el nacimiento de las nuevas repúblicas provocó la abolición de la esclavitud:
México la abolió en 1813, Venezuela y Colombia en
1821, y Uruguay en
1869. Sólo en Brasil la esclavitud perduró hasta 1888. En las guerras de
independencia, la población negra de algunos países se alineó simultáneamente
del lado de los patriotas criollos. En México, Miguel Hidalgo y
José María Morelos proclamaron la
abolición de la esclavitud y trataron de
incorporar la población de origen africano a sus filas. En general, el proceso de
abolición de la esclavitud, en los primeros años de las nuevas repúblicas,
chocó con los intereses y las exigencias de las burguesías conservadoras,
reacias a su aceptación.
En España, a pesar de
repetidos intentos liberales, la abolición de la esclavitud sólo fue posible
tras una serie de conflictos y
tensiones, especialmente en Cuba, que la abolió en 1886.
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